No importa como se empieza

El día no se presentaba bien: poco tiempo y muchas cosas que hacer (aparte de la bici), lesión en la rodilla izquierda, lesión en el hombro derecho (la edad no perdona), por zona desconocida... Pero ante todo esto está el vicio, que sin saber como me lleva hasta la bicicleta y sin saber como ya estoy empezando a pedalear.

Hoy la ruta la marca el GPS con el punto de mira en dos caminos a los que le había puesto el ojo al pasar con el coche en varias ocasiones. Solo faltaba enlazar un camino con el otro, eso si, sin perderse que no había tiempo.

La lesión en la rodilla izquierda me deja pedalear suave, impidiendo ponerme de pie. No sé hasta donde aguantaré. El hombro derecho no influye para nada. Pero allá vamos, a descubrir nuevas vistas del mundo...

El ritmo es lento para no forzar la rodilla, quitando fotos y consultando el GPS para seguir la ruta del camino A al camino B. Voy pensando que hago pedaleando con este dolor, la rueda de atrás parece que pesa, no llevo agua. Lo único que anima es el paisaje nuevo que voy descubriendo y el poder hacer esta crónica (va por ti Félix). Voy incómodo y pienso que la falta de presión de la rueda de atrás es la que me hace pesado. Parada para darle un poco más de aire y.... cerilla rota¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Bajón de moral y cambio de rueda con el único neumático que me quedaba. Al dar aire se hace notar la lesión en el hombro derecho, me cuesta bastante llegar a la presión correcta.

No sé el motivo, pero sigo pedaleando sin volver atrás. Voy descubriendo infinidad de caminos a derecha e izquierda. La rueda de atrás parece que pesa menos, era problema de presión. Los caminos son anchos, lisos, de arena seca y resbaladiza. La vegetación aparece y desaparece según hubiese una tala o no. No encuentro pegadas ni de bici, ni de tractores, ni de nada. Parece una ruta poco explorada. Sigo mirando el GPS y voy por el camino correcto hasta que llega un cambio de dirección a un camino menos acondicionado. Pero bueno, son los caminos que me gustan y sin dudar del GPS por allí me meto. Voy solo y no escucho atrás a nadie diciendo "por donde me metes¡¡¡", se me hace raro, je je. Sigo el camino esquivando ramas, tojazos, escuchando a los bichitos moverse por las cunetas, muchos mosquitos revoloteando,... Ay, como me gusta¡ Al final salgo a otro camino parecido a los anteriores y sigo mi ruta para llegar al punto B. La cosa parece que va mejor, la rodilla duele pero paso de ella. Sin darme cuenta llego a una carretera, que como en los viejos tiempos tengo que pararme a pensar donde estoy (que bonito es recuperar sensaciones olvidadas). El punto de vista es distinto y tardo en reconocer la carretera por donde había pasado con el coche fijándome en estos caminos. Punto B conseguido¡¡. Sin darme cuenta estoy mucho mejor que al principio, no tengo ganas de acabar la ruta de hoy.

Bajo por la carretera hacia otro camino que también le había echado el ojo. Me meto y empieza en subida, je je, pues prueba de escalada para ver con reacciona la rodilla y el pulmón. Aunque no puedo ponerme de pie la subo rápido y sin problema. La moral está alta, ja ja ja.

Después de esto empieza la bajada para recordar otra de las sensaciones olvidadas, bajar rápido sin saber lo que te espera. Un par de latigazos de la rueda de atrás por la arena suelta, un par de curvas más cerradas de lo que parecen, cunetas atravesando en camino, árboles taponando medio camino, un conejo atravesando el camino, un pájaro que casi se mete en la rueda,... todo esto hacen de la bajada lo mejor del camino. Ay, como me gusta recuperar sensaciones olvidadas.

Después de la bajada paso por un pueblo nunca hasta ahora conocido, me meto por una pequeña zona de monte antes de llegar a la civilización y llego a mi destino con el tiempo justo. Bici al coche, ducha, y vuelta a asuntos de agenda.

Una ruta que empezó mal pero acabó bien. Corta pero suficiente.